Anais Lalombriz

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Empoderada pero fea - Pre-Diabetes, Resistencia a la Insulina y la Diosa de la Glucosa

Me enteré hace un par de días que Jesse Inchauspé, conocida en las redes y el mundo de las publicaciones de la salud como la Glucose Goddess, ha sacado una medicina al mercado instagramero. Se llama “Anti-Spike Formula” y lleva la promesa de reducir los picos de glucosa en un 40% gracias a una combinación de ingredientes totalmente naturales en una pastilla. El procedimiento indicado es ingerirlas antes de comer algo que te vaya a generar un pico de glucosa. El lanzamiento, sin embargo, inspira una conversación más grande que eso. 

Sin ánimos de volver este texto sobre mí, aunque los que me conocen ya saben como me pongo, quiero decir que tengo la autoridad para compartir este análisis por variados motivos. El primero, fui diagnosticada con hipoglicemia alrededor de los 13 años. La resistencia a la insulina, el hipotiroidismo, los ovarios poliquísticos, el mal uso de las pastillas anticonceptivas, la endometriosis, las subidas y bajadas de peso y por último: el impacto en salud mental de no tener una relación estable con mi alimentación, mi peso y mi autoestima terminó por sacarme la mierda cuando cumplí 30 años, pesaba 92 kilos y por más que tenía un trabajo bastante bien pagado, amistades de oro, pretendientes esporádicos y múltiples proyectos a mi lado, me sentía infinitamente descontenta y por sobre todas las cosas: fea. Empoderada pero fea. 

La combinación de síntomas que yo tengo se conoce también cómo síndrome metabólico. Pero si en verdad quieres interiorizarlo, entiéndelo mejor como obesidad y siéntate a ver The Whale. No sé a cuántas mujeres del mundo afecta, pero podría aseverar que 1 de cada 10 mujeres que lea este texto se va a identificar con mis pesares. Esto lo sé porque desde que identifiqué la causa raíz de mi problema, comencé a aplicar las soluciones y hubo un cambio drástico en la forma en la que me presentaba al mundo por lo menos una persona a la semana –ya sea vía redes o en la vida real– quería saber qué había hecho para estar como estoy. Fue abrumador en su momento. Hoy puedo comenzar por fin a explicarlo. 


¿Cuál es la explicación científica del diagnóstico?

Cuando comes, tu cuerpo ingiere glucosa. La cantidad varía dependiendo de qué comas, cuánto y a qué hora. Esta subida de azúcar es lo que la Glucose Goddess acuñó como “Glucose Spike” y justamente, lo que sus pastillas intentan reducir, no solo en los cuerpos como los míos sino en cualquiera. Sin embargo, la condición en muchos casos, y acá surge el primer argumento de mi crítica, es más compleja que el famoso spike.

En respuesta a la ingesta de glucosa, el páncreas segrega insulina. La insulina se encarga de “neutralizar” esa glucosa para regresar a niveles normales. Lograr ese equilibrio implica segregar insulina en proporción a la glucosa que consumiste. En las personas como yo, condición que además es híper común, la insulina que segrega el cuerpo una vez ingerida la glucosa no es proporcional a lo que comí sino que es más. Si como 70 de glucosa, mi cuerpo bota 210. El resultado: -140. La conclusión: cuando como azúcar, se me baja la azúcar.

De niña me mareaba en la misa. De adulta me quedaba dormida en las juergas.  Cuando pasas suficiente tiempo en este mal funcionamiento, tu cuerpo comienza a liberar insulina inclusive sin haber comido nada. Cuando empecé mi proceso, mi insulina en ayunas estaba en el límite superior de 25. No había comido nada y ya tenía muchísimo de esta sustancia. Esta no es la manera en la que un páncreas normal debería trabajar. El impacto de esto se los contaré luego.

Si, dirán ustedes, tomo la medicina “Anti-Spike” y mi glucosa es de 50 en vez de 70, ¿mi páncreas todavía seguirá queriendo segregar 210? No se. Asumo que la mejora sería proporcional pero la condición no se vería erradicada. Entonces, más allá de que existe una pastilla llamada Glucophage, cuyo componente activo es metformina y hace algo muy parecido al “Anti-Spike” hace por lo menos 15 años, hay varias otras cosas que me preocupan de este producto y de la forma en la que está mediatizado. También, porque existen suplementos con componentes muy similares para reducir ese spike a la venta hace mucho.

¿Por qué se llama pre-diabetes?

La medicina moderna sugiere que, eventualmente y realmente no sabemos cuando, en los cuerpos como los míos, al páncreas se le dañan las células beta que son las encargadas de segregar insulina. Es ahí cuando, el diagnóstico indica, uno puede llegar a tener que inyectarse insulina de manera artificial. Eso es lo que se conoce como Diabetes tipo II, la que “te da” no la que “naces con”, según dice la sabiduría popular. 

Genética, ambientes obesogénicos y el rol de la familia

El asunto de nacer o no nacer con esto es relativo, sin embargo. Durante muchos años, como sociedad, hemos querido vincular la salud con la fuerza de voluntad. Esa asociación me enferma. No olvidaré jamás escuchar a mi madre acusarle a uno de los múltiples doctores a los que fuimos cuando empecé este proceso que yo “iba a matrimonios y bebía licor, doctor”. Lloré a mares luego de esa cita. No podía sostener que mi madre, una mujer inteligente y preparada, no pudiese considerar que quizás, más allá de mis buenos o malos hábitos, esto se trataba más de una combinación química que lo que mi cerebro pudiese o no ejercer sobre mi boca. El cerebro está afectado por los mismos químicos que el resto del cuerpo, concluí luego. “Esto es una enfermedad señora”, le aclaró el doctor, “va mucho más allá del peso”. Pero el daño tenía muchísimo más tiempo que eso.

Ir a matrimonios y beber licor es normal y algo que cualquier persona de 30 años debería poder hacer sin sentir culpa. Lo menciono, rompiendo toda privacidad familiar y esperando que mi adorada madre no me mate para construir el punto que estar sana también involucra romper los patrones que te han inculcado en casa. ¡Y depende de qué casa!

Yo vengo de un hogar de sabelotodos. Los miembros de mi familia somos todos intensos, híper preparados, todos podríamos sostener un argumento en una corte norteamericana y dejar a cualquier asesino libre. Si bien 3 de los 4 que nos sentamos juntos a almorzar los martes mantenemos idas y venidas con la balanza –argumento que de por sí sostiene que mi desorden es genético– todos hasta la fecha nos juramos eruditos en cualquier tema: política, economía, cine, historia, feminismo, negocios, bienestar y nutrición. Almorzar con mi familia es recorrer el periódico en menos de dos horas y salir agotado. Y, si bien en las temáticas más cerebrales solemos destacar, en algunas otras, hemos estado jalados.

Fue infinitamente difícil para mi –pero creo que por eso también esta transformación ha sido tan sostenible– comenzar a detectar los aspectos del ambiente obesogénico, término que aprendí con Sandra Cauvi, que me habían generado tal estrés asociado a la comida y a la culpa. En una familia de sabios y eruditos como la mía, estar equivocado no es común.

Mi mamá es brillante, siempre pensé yo. Tiene que estar en lo cierto en temas de medicina nutricional también. Dejar de creerle a tu mamá, de comer como come tu mamá, de seguir las reglas que a tu mamá le enseñaron hace 40 años y sobre las cuales la medicina ya avanzó fue pilar existencial de este proceso. Ahora, la que me pide tips nutricionales es ella. Mi papá, ni te digo. Me espía la refri y se copia de todos mis yogures hiperproteicos. 

Mi mayor aprendizaje luego de contemplar cortarme el estómago, pensar en ponerme el balón, probar ayuno intermitente, inyecciones de semaglutida, dieta keto y ahora estar totalmente fidelizada a levantar pesas en el gimnasio es que, por más que uno trate, hay territorios donde el cerebro no le puede ganar a los demás órganos. Uno cree que sí. Uno trata de engañarse ejercitando su cerebro con terapia, carta astral, constelaciones, chakras y el bendito empoderamiento femenino. Pero hay cosas en esta vida con las que uno nace y tiene que simplemente aceptar que le afectan y la hacen sentir una mierda.

También, tenemos que aprender que en nuestro código genético existen predisposiciones que uno puede iterar, sí, “pero no es algo de lo que te vas a poder curar”. Sufrir esa noticia mientras colgaba la primera llamada con la nutricionista que luego fue mi apoyo más contundente en todo este proceso fue el primer paso para poder comenzar a trabajar esta condición. Esta es una condición infinitamente común que uno trabaja pero de la cual, por lo menos hasta la fecha, no se cura.

¿Y qué tal si usas las inyecciones de las Kardashian?

Una vez aceptado no solo que me sentía fea y que estar empoderada no era suficiente, me puse en la tarea de resolver este problema. Regresé a mis análisis históricos, contacté doctores, pacientes parecidos y sobre todo: bloqueé mi calendario laboral para una operación. A mi siempre me gusta acabar con los problemas de raíz y por alguna razón estúpida, siempre equiparo esa raíz con una intervención quirúrgica. Como dice mi papá, a mi me encanta el cuchillo.  En esas semanas de sopor, incomodidad y cortisol, surgieron las inyecciones.

Un endocrinólogo peruano radicado en Pennsylvania me regaló 4 inyecciones de Mounjaro, me explicó qué era la semaglutida, para qué servía y cómo las tenía que usar. Procedí a regresar con mi nutricionista, psicóloga y más tarde psiquiatra para presentarles el tratamiento que estaba haciendo. En ese momento, todavía tenía un trabajo híper demandante que me requería estar conectada a mi laptop de manera perenne, tenga tiempo para cocinarme almuerzo o no. Mi jefe en ese momento, también sufría de condiciones parecidas a las mías. Fue durísimo darme cuenta de todo lo que me rodeaba en ese momento.

Empecé el tratamiento con las inyecciones días antes de que falleciera mi abuela y no recuerdo temporada más triste y compleja que esa. Me pesaba el verano, no podía estar feliz. Los piqueos de playa y la constante presión por tomar cerveza a como dé lugar me mareaba. Decidí refugiarme en Lima, seguir mi dieta, respetar mi ayuno y todos los viernes en la mañana, inyectarme. Viajé a Argentina para un matrimonio, ya habiendo perdido los primeros kilos y disfruté por primera vez, los piropos instagrammeros que me decían que algo estaba haciendo bien y decidí seguir.

¿Qué me funcionó a mi? 

Redacté las siguientes instrucciones para mi jefe del momento cuando me contó que él también iba a comenzar el tratamiento con las inyecciones de semaglutida. Espero les sirvan, ¡Sorry el inglés!

  1. Drink a lot of water, injections will force you to drink even more than you are used to. 

  2. Don’t spend more than 4-5 hours without eating. That creates insulin spikes that mess you up. I eat at 1pm, 5pm and 9pm. I set an alarm. 

  3. Have an eating routine and stick to it. It doesn’t matter if it's intermittent fasting or not, what matters is you get your body on a schedule. It will respond back. 

  4. Eat fruit for instant energy: strawberries and blackberries only. The rest are too sugary. 

  5. Greek yogurt, eggs, avocados, prosciutto, cheese, salmon, arugula, tomatoes, cucumbers, olives, capers, almond or peanut butter, chicken and beef are your best friends. You can also have all the bacon you want. Proteins and fat will make you feel full for longer periods of time than carbs ever will. Stick to them. 

  6. Stay away from bread, pasta, rice, beans and desserts from now on. Carbs prevent your body from burning the fat you already have available for energy. And, they make you feel nauseous under the injections. 

  7. Future proof yourself: Eat stuff you like, this is the only way to make it sustainable. Every time you put food in your mouth, make a little effort into making it tasty. Otherwise, this won’t last. It has to last. 

  8. Make sure you sleep well. I know this is hard but I see myself being more tired than usual so I’m setting my alarm for 30 mins later and that helps. 

  9. Don’t do the type of exercise that your body can’t handle at a certain stage. I started running and messed up my knees and had to stop and that was super frustrating. 

  10. Walk for 30 min whenever you feel like relaxing and see how well that feels. It's the little things. You don’t have to do it at annoying times, it can be at random moments in your day when you need a break. I sometimes do it at 3-4 when meetings are over and then come back re energized, for example. 

  11. Don’t lift weights yet. In the future, you will need to lift weights to build muscle and stay that way. Muscle makes your body less prone to gain weight. The only way to lose the weight and make it last is by lifting weights and turning fat into muscle.

  12. Listen to your body. Stop when you feel full, even though it will be surprising. Don’t add more food to the plate or finish the plate out of habit. 

  13. Cheat every once in a while (2 weeks?) and order your favorite meal. That will teach your body to handle cheating long-term and make sure you don’t gain weight later.

  14. Most of this stuff is for life, meaning we have all the time in the world to get used to it and get good at it too.

  15. Be patient :) 

  16. Don’t talk about weight with genetically skinny people, it’s depressing. They have no idea. 

  17. Be careful with family comments around weight in general, the narrative there tends to be about self-control and not chemistry. This is a chemistry thing for sure.

  18. Be in touch with your doctor but also, give your doctor the right data you have gathered from your own day to day. Every body is different and doctors need us to do our data collection as well.

  19. Find that intrinsic motivation that makes you want to do this for real. In my case, it's the risk of diabetes but also, the fact that I enjoy art/clothes/fashion and I am not able to participate in it if I can’t wear the clothes everybody else can.

  20. At first glance, this all seems very shallow, in the end it isn’t. 

¿Cómo quedamos con la pastilla entonces?

Después de todo este debacle, veo esta pastilla de la Glucose Goddess y no puedo quedarme callada. Quiero reiterar que si tu expectativa es que una pastilla que controle tu glucosa te va a hacer perder peso y hacerte sentir mamasita, no estás del todo equivocada pero quiero sugerirte que además de ello, acudas a una forma de hacer las cosas bastante más integral para que no te frustres. Además, como ella misma ha "enseñado" todos estos años, si uno quiere controlar los "Glucose Spikes", basta con comer verduras, proteínas o comerse un puñado de alguna nuez antes de las comidas. No hace falta tomar una pastilla. Ojo: no porque no vaya a funcionar, sino porque quiero que te dure. Tener estrategias para combatir la frustración de manera proactiva es clave en este ejercicio. La mayoría de quienes acudimos a esto ya lo venimos haciendo desde que somos adolescentes y estamos cansadas de que nos mientan así de feo. 

Ahora tengo 31 años, peso 76 kilos. Terminé mi tratamiento con las inyecciones de semaglutida luego de casi 8 meses. Duermo mejor y bastante. Todavía no tengo el privilegio de  dormir 8 horas seguidas pero ahí vamos. Gano la mitad de la plata que ganaba antes porque renuncié a un trabajo que en ese momento se puso demasiado desgastante para emprender y así, permitirme construir un estilo de vida que vaya de la mano con mis prioridades de salud. ¿Tomo pastillas? Sí. 88 mg de Eutirox y 20 mg de Fluoxetina todas las mañanas en ayunas. A la 1pm, junto con mi primera comida, tomo 1000 mg de Inositol, 850 mg de Metformina, 1 multivitaminico y 1 pastilla de cúrcuma. 

A las 5 de la tarde, cuando suena mi alarma, tomo un batido de proteínas sin lactosa con fresas y todas las noches ceno a como dé lugar para poder aguantar el ayuno del día siguiente hasta la 1pm. Esas horas sin comer en la mañana me dan una paz mental que nunca antes en mi vida había experimentado. Escribo, proceso, pienso, chambeo feliz. Voy a la psicóloga una vez a la semana, a la nutricionista una vez cada 2 semanas, al endocrinólogo y al psiquiatra cada 6 meses. Tengo una preocupación latente que es: ¿Cómo voy a hacer para poder pagarme este estilo de vida toda mi vida? No se. No es barato. Pero me resulta en dos objetivos: me siento sana y empoderada. 

Con el tiempo y a través de este proceso, me di cuenta que no soy menos feminista porque bajé casi 20 kilos de peso o “sucumbí” a las presiones del marketing y del patriarcado. Querer estar flaca no está mal si eso implica estar sana, carajo.

Todavía tengo un huevo de celulitis pero ahora sí me crece el pelo y las uñas. Todo esto es para decir que una sola pastilla no va a resolver los problemas que quieres que resuelva si es que no estás dispuesta a evaluarte de pies a cabeza, saber de qué pié cojeas tu entorno y tú y estar dispuesta a sacrificar ciertas cosas en miras a tu salud integral. Esto a veces implica, como en el caso de Magdalena, el personaje que estoy construyendo en mi novela El Contratado, decirle adiós a los espacios que antes me hacían sentir poderosa: como lo era el trabajo en una empresa de cierto perfil. No tengo el biotipo para trabajar a ritmo Silicon Valley, no importa si lo estoy haciendo sentada en Barranco o allá mismo.

Creo que la mejor manifestación de poder que siento hoy en día es abrir mi closet y saber que el resultado de lo que combine me va permitir estar cómoda y contenta todo el día, que logré volver a la época en la que mi aspecto físico era un espacio de juego, reencontrarme con mi lado coqueto y dejar de bifurcar cuerpo y cerebro como si pertenecieran a dos mundos disímiles. Espero que este recuento exhaustivo los haya hecho comprender que va mucho más allá de las enseñanzas mediáticas de Inchauspe. No está mal que quiera fidelizar a todo el mundo a la salud, creo que lo que está mal es el pastillaje y la narrativa de solución encapsulada. 


Cada cuerpo es diferente y cuando me he atrevido a ayudar a alguien en este proceso, no siempre me ha salido igual que a mi. Pero sí me parecía pertinente contar mi historia, no solo aquí sino en el personaje que he construído para El Contratado. La historia captura esta disyuntiva salud vs. empoderamiento cerebral desde un ángulo mucho menos médico y bastante más humano que el redactado en este texto. Me ha costado la vida construir ese cuento, así que para ese se van a tener que esperar un ratito más. 

La novela entrará en pre-venta el 1ero de Mayo. ¡Nos vemos ahí!

-Anais 

Este artículo fue revisado y validado por Sandra Cauvi, Nutricionista, M.Sc en Nutrición Clínica en Desórdenes Alimenticios. Licenciada en Nutrición y Dietética CNP 9447